lunes, 30 de junio de 2014

Que la vida es un cigarro que no se debe apagar.

Cuantas piedras hay en el camino, miles y miles nos encontramos al ir creciendo y cada vez ellas crecen con nosotros. Bienvenidos al mundo de las caídas, al mundo donde hay que caer para aprender a levantarse, bienvenidos al mundo de las derrotas y de las lágrimas, pero después de todo esto, bienvenidos al mundo de la lucha, la sonrisa y la felicidad.

He caído muchas veces en esta vida, he caído más de una vez diciendo de esta no me levanto, he estado días y días pensando en ello, pensando que llega un punto en el que el cuerpo no puede más y hay que abandonar, he caído a nivel quererme despedir de mi misma, pero todos en nuestro pequeño mundo tenemos a alguien que nos ayuda a levantarnos en la eterna caída.

Y dejen que corrija al : Que eres grande. No, yo no soy grande. Grande es quien está a tu lado en las buenas y en las malas más, es quien consigue tu sonrisa aunque él este peor, es el que mueve el mundo por un segundo contigo, el que hace que la distancia sea una simple palabra. Dejen que les diga que yo no soy grande, son esas personas las que me hacen grande.

Y volveré a caer, porque la perfección no existe, porque de perfecta no tengo nada, porque no llego ni a la mitad del significado de esa palabra pero tampoco lo necesito. Volveré a caer porque mi camino está lleno de piedras, y volveré a levantar la cabeza aunque cueste, aunque me tire días encerrada de nuevo entre cuatro paredes y horas secando lágrimas.

Caer, levantarse y volver a caer. Porque en cada caída he aprendido el remedio a evitarla aunque a veces, tan solo a veces, sin darme cuenta he vuelto a caer con la misma, y en esa caída he comprobado que realmente sí que se aprende de cada una, y que si volvemos a caer es porque se esconde algo dentro nuestro que dice que lo intentemos una vez más.




Porque en este mundo no es grande aquel que nunca falla, si no el que nunca se da por vencido.

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