miércoles, 2 de julio de 2014

Caminos, sueños y promesas.

Que sin darte cuenta pasan las horas, los días y los años. Que la vida pasa y crecemos, nos hacemos mayores y a la vez fuertes, fuertes delante de todos los problemas del camino, fuertes para poder seguir adelante, para nunca dejar de luchar.

Y en esta vida conocemos a miles de personas, esos dos besos, acompañados de un cómo va todo. ¿Os suena verdad? Que todos hemos sido niños, hemos estado en los brazos de nuestros seres queridos hasta aprender andar, miles de veces nos hemos caído antes de aguantarnos de pie solos, miles de veces hemos llorado para que nos dieran lo que queríamos antes de aprender a decir ese: - Papa, Mama. Y escuchando el mínimo sonido de nuestro alrededor, hemos empezado a hablar y de ahí nos han enseñado de su gran importancia para poder comunicarnos.

Y en este mundo hemos crecido, hemos aprendido a andar y hablar, hemos aprendido que los años pasan y que nosotros crecemos a cada segundo que corre, hemos aprendido a caer y levantarnos en cada caída, y hemos llegado a ese punto en el que hemos aprendido la palabra amor.

Y después de tantos años sé el verdadero significado de esta palabra, que déjense de diccionarios y de definiciones, que aquí cada uno tiene la suya. Que el amor es un sentimiento que llega de golpe y de frente y te cambia el mundo. Que yo le vi aprender a andar a ese amor y lo perdí entre palabras, lo perdí con el paso del tiempo creciendo en caminos paralelos. Pero mis padres me enseñaron que no existe un adiós para siempre, que en algún lugar del tiempo volverá, y después de tantos años aquí lo tengo de nuevo.

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por alguien que sin darme cuenta me he vuelto a topar con él. Y le vi de nuevo en ese lugar cerca de donde le había visto crecer, le mire a los ojos y sonreí, sonreí sin querer, sonreí desde el corazón, esta vez él había mandado sonreír. Apareció para darme toda su fuerza y sus ganas, para recordarme día a día que no se puede bajar la cabeza, que él estará ahí en mi eterna caída, que de cobardes está el mundo lleno pero que cogida de su mano podía llegar donde quisiera.

Le he tomado la mano a esa pequeña cosita que había visto aprender andar, le he tomado la mano para construir mi futuro, para no vencerme nunca pese a todas las piedras del camino, para salir siempre a la calle con esa sonrisa de oreja a oreja, esa sonrisa que me enseño eso llamado amor.



Ni uno mismo es dueño de sus sentimientos, un día todo cambia sin saber porque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario